domingo, 2 de septiembre de 2007

3//Mandame algo que lo posteamos

Ser maligno
Uds. me preguntan por qué, la verdad que no lo sé, fui siempre así. A mí me gusta lo que hago, como a otros les gusta jugar al fútbol o tocar la guitarra. No me quejo de la vida que me tocó, ni de mis padres, jamás me faltó nada.
Lo que nunca me gustó fue ir a la escuela. Compartir todos los días con veinticinco idiotas no me hacía ninguna gracia. Nunca me hicieron nada, sabían que conmigo no se jodía, pero me cansaban, su presencia me molestaba. En clase me aburría, y mientras ellos con sus limitadas mentes trataban de resolver cálculos matemáticos elementales, yo los observaba y me imaginaba distintas formas de matarlos, uno por uno. No los odiaba, simplemente sentía que tenían que morir. Al principio me contenía, pero en un momento no soportaba más y tenía que moler a golpes a alguno, luego me echaban del colegio. Eso pasó varias veces hasta que no fui más a ninguno.
Así experimenté por primera vez esa sensación de adrenalina única, pero yo quería más, quería perfeccionarme. Lo mejor vino después… bueno, ustedes ya saben…
El primero fue a los catorce, hace 4 años, lo venía mirando de lejos, me causó gracia su forma de caminar, era grotesco. Me acerqué a hablarle, le dije que necesitaba ayuda, que mi abuela se había caído, cualquier estupidez inventé y él lo creyó. Pobre idiota, creo que le hice un favor. Verle la cara de sorpresa y de susto luego de la primera puñalada, ver la sangre caer y su rostro lleno de dolor, me hubiera gustado filmarlo, fue increíble.
Después vinieron la parejita de ancianos con ella rezando, los dos abrazados en el momento de morir, fue una obra de arte; luego vino la viuda, resignada, sabiendo lo que le iba a tocar; el del Corsa, un ser despreciable, llorando, pidiendo por favor que no lo matara…fue el que más disfruté, me quedé extasiado mirando cómo la sangre brotaba de su garganta; la otra pareja, creo que fue un alivio para ellos que yo terminara con sus vidas y por último el gordo, al que seguramente no le quedaba mucho más tiempo. Me acuerdo con detalle de todos.
¿Culpa? No, no siento. ¿Qué quieren, que llore? Tenían unas vidas miserables, se les notaba. Cuando vi a cada uno de ellos supe que debían morir. Y valió la pena, incluso estar ahora frente a ustedes, aunque quede preso, disfruté cada instante de esas muertes. Ustedes no podrían entenderlo, sólo alguien que sabe lo que es quitarle la vida a otro puede. Ser capaz de causar tanto dolor no me conmueve, al contrario, me da satisfacción, me hace sentir poderoso, eso no va a haber cárcel que me lo quite.

Mariela Ortiz

1 comentario:

Mariela dijo...

Bastante feo lo que escribí, además le haría varias correcciones. Claro que todo eso lo veo recién ahora al leerlo acá. Quise crear un personaje cruel y sin remordimientos, poco humano, pero bueno, me va mejor con los otros.
Si llego a mandar otra cosa prometo que va a ser algo que me convenza.
Gracias por publicarlo, saludos!!!