martes, 29 de mayo de 2007

Se va Diego, duele y entristece


Porque el que se va no es un jugador más. Es el “Cabezón”, un símbolo. Se va uno de los máximos ídolos de toda la historia de Ladilla. Desde que empezó, se sabía que iba a ser lo que es, porque a la técnica y a la habilidad le agregó algo que su botín nunca perdió, la picardía del potrero. Diego está hecho para el fútbol pero, sobre todo, para Ladilla y eso la gente lo percibe, lo siente y lo disfruta. Por eso la hinchada lo adoptó, por eso en cada partido, donde sea, sonó como un himno aquel “Diego hijo de pu…", hasta que el hombre levantaba las manos y saludaba a su pueblo. Aún cuando surja un sucesor, cuando aparezca alguien capaz de lograr la mitad de sus hazañas, Ladilla no lo olvidará. En la retina de cada ladilloso ya están grabadas cada una de sus diabluras, cada uno de sus centros que terminaban inflando la red, Ale García mediante. Ya está en la historia de cada partido, desde sus enganches, sus diagonales, sus cabezazos, no nos olvidemos de cuando trababa hasta cuando jugó de cuatro porque a los rivales, que esté el “Cabezón”, los pone nerviosos. Ahora lo espera el equipo de Easy. Un equipo distinto, pero para que no extrañe, allá por el andarivel derecho, pegadito a la línea de cal, colgada del alambrado, seguro va a haber una bandera tricolor con una leyenda que diga “GRACIAS CABEZÓN POR IRTE”.


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